En 1880, Jacques y Pierre Curie descubren una propiedad nueva en ciertos cristales, a la que llamaron “piezoelectricidad”.
Estos materiales se deforman cuando les aplicamos una tensión.
Notaron además que el efecto inverso también existe:
El mismo cristal se polariza eléctricamente cuando se le somete a una deformación.
La palabra “piezo” viene del griego “piezein” lo que significa “compresor”.
Es esta la propiedad que se explota en un micrófono piezoeléctrico.
La onda sonora hace vibrar una de las caras del cristal lo que produce en los terminales de los dos electrodos una débil tensión, proporcional a esta deformación.
Esta tecnología de micrófono genera una señal de menor calidad que la tecnología dinámica o la electrostática,
pero ella se transforma en la mejor opción bajo ciertas condiciones extremas:
Para detectar ondas de alta frecuencia como los ultrasonidos
(…)
o para escuchar en un medio acuático con un hidrófono.