La medicina nuclear agrupa a un conjunto de aplicaciones médicas que utilizan radioelementos, es decir, fuentes radioactivas.
La gammagrafía es una técnica de visualización que consiste en trazar la distribución, en el cuerpo del paciente, de elementos radioactivos introducidos en muy baja cantidad.
Para comprender como funciona, repasemos algunos conceptos físicos:
La mayoría de los elementos químicos que se encuentran en la naturaleza son estables. Pero ciertos elementos, llamados “radioactivos”, son inestables.
Es decir, a lo largo del tiempo y de manera aleatoria, se desintegran para transformarse en otros átomos de propiedades más estables.
De los distintos tipos de desintegración conocidos, todos los cuales liberan energía, los que nos interesan para la gammagrafía son los que emiten rayos gamma, ya que son los fotones gamma los que podemos captar con una cámara gamma.
Más que el paso de elementos radioactivos a través del cuerpo humano, es su fijación al interior de ciertos tejidos lo que buscamos detectar.
Esto permite explorar de manera muy precisa la actividad de ciertos órganos o procesos patológicos.
Es por ello que hablamos de imágenes funcionales, en contraste con las imágenes anatómicas (como la radiografía), las que sólo muestran contornos y densidades de órganos.
El elemento radioactivo se escoge así de acuerdo a su afinidad con el órgano que deseamos explorar.
Observamos aquí, por ejemplo, la fijación de un trazador en los pulmones, lo que permite evaluar la irrigación pulmonar.
El examen comienza mucho antes que el paciente sea ingresado, con la entrega temprano en la mañana o la fabricación in situ de diferentes radiotrazadores en un laboratorio de radiofármacos.
Consideremos, por ejemplo, una gammagrafía ósea. El radiofarmacéutico preparará un trazador óseo, etiquetando un medicamento (el difosfonato) con un radioelemento (el tecnecio 99m).
La manipulación de medicamentos, sobre todo si son radioactivos, requiere de un protocolo muy estricto y se realiza en un ambiente protegido. Los radioelementos se almacenan y se desplazan siempre en contenedores de plomo. Cuando el producto final está listo para administrarlo al paciente, se introduce utilizando una jeringa que está dentro de un protector de tungsteno.
La radioactividad que se manipula es muy débil; todas estas medidas sirven principalmente para proteger al personal médico, quien es el que más se expone.
El radiotrazador se inyecta entonces al paciente. Se debe esperar un tiempo hasta que éste sea captado por el órgano objetivo, en este caso el esqueleto.
En el siguiente paso, el paciente se instala sobre una mesa de examinación, bajo una cámara gamma, la cual mide la radiación emitida por el paciente. Desplazando progresivamente la mesa, se puede cubrir el cuerpo entero y obtener una imagen del esqueleto.
La cabeza de la cámara gamma es móvil y, para ciertos exámenes, puede girar alrededor del paciente a fin de producir imágenes de distintas secciones: hablamos entonces de una tomogammagrafía.
Éste es el caso en un examen de corazón, realizado en reposo o luego de un test de esfuerzo.
El aspecto de las imágenes obtenidas depende del órgano en estudio.
En el caso de la tiroides, por ejemplo, que es una glándula endocrina situada en la base del cuello, le inyectamos al paciente un isótopo radioactivo de yodo (yodo 123), el cual se utiliza en la producción de hormonas.
Esta imagen estática, tomada 2 horas después de la inyección, nos muestra por un lado la morfología de la glándula, pero sobre todo su funcionamiento.
En esta imagen, por ejemplo, la actividad de la tiroides es normal.
En esta otra, en cambio, notamos que la glándula es más grande y presenta una hiperfijación difusa, la que se relaciona a un funcionamiento excesivo de la glándula, un desorden hormonal llamado hipertiroidismo.
En el caso opuesto, la baja fijación del yodo sobre la imagen para un mismo tiempo de exposición, revela una actividad disminuida de la tiroides. Hablamos entonces de un hipotiroidismo.
Sobre estas imágenes, podemos identificar formaciones redondeadas anormales al interior de la glándula. Se trata de nódulos. A la izquierda tenemos “nódulos calientes” (hipercaptantes) y a la derecha “nódulos fríos” (hipocaptantes).
En el caso de la gammagrafía ósea, el trazador utilizado tiene una afinidad con los huesos. Vemos aquí lo que se observa en un sujeto sano. Como las células cancerígenas tienen una actividad metabólica más elevada que las células sanas, las zonas hipercaptantes revelan la presencia de metástasis.
Vemos aquí un último ejemplo; la gammagrafía miocárdica. Luego de un tratamiento informático, obtenemos imágenes de secciones en las que las zonas coloreadas indican una buena irrigación del miocardio.
La misma observación hecha inmediatamente después de un test de esfuerzo revela esta vez una zona no impregnada por el trazador (en este caso el talio 201). Podemos así diagnosticar una isquemia, es decir una mala oxigenación que resulta probablemente de una estenosis coronaria.
Las letras “P”, “E”, “T” son el acrónimo en inglés de la Tomografía por Emisión de Positrones. El principio es el mismo ya que también se le inyecta al paciente un trazador radioactivo, pero en este caso es una desintegración beta+ la que se detecta indirectamente.
Si tomamos esta imagen normal, vemos principalmente el cerebro y el miocardio, ambos grandes consumidores de glucosa, y también las vías urinarias, lo que indica la eliminación del trazador.
En estas otras imágenes, podemos detectar regiones con cáncer, ya que las células cancerígenas requieren mucha energía, para llevar a cabo su proliferación.
Las imágenes obtenidas mediante esta técnica se pueden superponer a imágenes de tomografía computarizada de la misma región, las que provee un scanner asociado al aparato. Combinamos así una imagen anatómica (…) (el scanner) y una imagen funcional (PET).
La gammagrafía permite visualizar el funcionamiento de los órganos de manera simple y poco invasiva. En el caso de un paciente afectado por una enfermedad neurodegenerativa, por ejemplo, la IRM o el scanner muestran estructuras normales mientras que la gammagrafía revela las zonas del cerebro que ya no funcionan.
La utilización de elementos radioactivos en dosis muy bajas no ha mostrado ningún efecto indeseable.
Como medida de precaución, este examen está sin embargo contraindicado para las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
El personal por su lado está equipado de dosímetros (y anillos) con los que pueden asegurarse de que su exposición a la radiación se mantenga dentro de las normas.